Samara.
Hacia mucho que yo acompañaba a Anastasia, aunque realmente nunca había surgido mi oportunidad. Otros como yo si la había tenido, no estoy sola, aunque nunca me relaciono con los demás que están en la mente de Anastasia. No hay ninguno que sea como yo, que no tenga remordimientos, que no le importen las reglas, yo soy como si el equilibrio se partiera al fin y al cabo, el fin justifica los medios.
La muerte de Katia, me había dado la vida, todas las noches cuando Anastasia cerraba sus ojitos, yo surgia y introducia en sus sueños mensajes de dolor. Por las mañanas se levantaba agotada, pero aun asi seguía su rutina con resignación, ya había pasado 1 mes.
Anastasia.
Los días pasaban, uno tras otro, me daba igual. Vivo por que respiro y me alimento, desde que Katia murió no soy capaz de conciliar el sueño, no recordaba nada de lo que Katia nos había contado pero aun asi soñaba con ello una y otra vez. Un mes después de su muerte, ya me sabia de memoria lo que había pasado esa noche. Durante el día intentaba no pensar en ello, aunque no funcionaba. Veia las risas, sus caras, su rabia, cada vez que cerraba los ojos, cada vez que el silencio imnundaba el lugar donde estaba.
Una tarde de enero estaba sentada en una terraza con una amiga, hablábamos tranquilamente mientras tomabamos un chocolate caliente.
-Anna te encuentro rara cariño, ¿Qué te pasa?-Su pregunta me pillo desprevenida, pero aun asi logre mirarla sonriendo.
-No, es que últimamente no duermo bien, lo de Katia me tiene nerviosa-Le dije, mientras miraba a la taza. De repente alguien se acerco a nuestra mesa diciendo "Hola". Inmediatamente mi amiga quedo en silencio y abrió la boca por supuesto, lo había reconocido al momento. Levante la cabeza y lo vi...
Y yo ya no estaba, Samara me controlo en ese momento, yo quede reducida en lo mas profundo de mi mente. Ël había sido la llave, él era el culpable y ya no había nada que pudiera parar a Samara.
Roberto...
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